Para el Barcelona, lo extraordinario ha pasado a ser habitual. Ya no nos sorprende ver al equipo de Pep Guardiola alcanzar increíbles logros, y hacerlo a lo grande. Su última campaña triunfal, en la Copa Mundial de Clubes de la FIFA celebrada en Japón, ha batido récords y asombrado al público, y le ha valido innumerables cumplidos por parte de sus rivales, a quienes superó claramente. El mayor elogio quizás sea el hecho de que nadie se muestre especialmente sorprendido.

La final contra el Santos se había anunciado como un duelo entre el actual rey del fútbol y uno de los principales pretendientes al trono. A la conclusión del choque, sin embargo, hasta Neymar admitió que, al menos por el momento, Lionel Messi y el Barça están simplemente en otro nivel. “Es imposible pararlos”, reflexionó el muchacho. “Hoy, el mejor equipo del mundo nos ha enseñado cómo se juega al fútbol”.

Tal y como sugiere el honroso comentario de Neymar, la coronación de los catalanes tan solo sirvió para confirmar lo que ya se sabía acerca de su preeminencia actual. El club ha ganado 13 de los 16 torneos disputados a las órdenes de Guardiola, y ha conquistado su segunda Copa Mundial de Clubes de la FIFA en tres años con el mejor registro anotador global y un récord de diferencia de goles en la propia final. Aun así, lo que más agradó al entrenador fue el juego desplegado por sus hombres. “En la primera parte, los jugadores fueron como artistas”, afirmó entusiasmado Guardiola. “Lo que les pasaba por la cabeza, lo plasmaban sobre el campo”.

Incluso en un equipo rebosante de virtuosos del balón, Messi consiguió destacar. Dos tantos en el triunfo por 4-0 sobre el Santos hacen del pequeño argentino el primer futbolista que marca en más de una final de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA, y acumula ya 29 dianas en 26 partidos esta temporada. Xavi, Balón de Plata adidas del certamen, brilló especialmente en la final, y Thiago rindió a un altísimo nivel durante toda la prueba, pero el primer puesto del podio correspondió indiscutiblemente a Messi.

Con todo, pese a la indudable superioridad del Barça y de su genial número 10, el torneo tuvo más de un vencedor, como se preveía en un principio. Incluso el Santos, cuando se recupere de la humillación sufrida en la final, podrá enorgullecerse de la victoria por 3-1 que obtuvo en semifinales ante el Kashiwa Reysol, gracias a tres goles de una calidad exquisita.

Un balance positivo para todos

El Al-Sadd, campeón de Asia, representó dignamente a Qatar, que se convirtió en el 20º país que compite en el principal torneo de clubes de la FIFA. Imponerse a su homólogo africano, el Espérance, en cuartos ya fue una hazaña, y el bronce conquistado por los pupilos de Jorge Fossati supondrá toda una inyección de moral para esta nación futbolística emergente. “Es un gran día para Qatar”, subrayó el uruguayo. “Hoy es feriado en el país, y creo que hemos aportado algo a un día que será de enormes celebraciones”.

El Kashiwa Reysol, al que el Al-Sadd venció en los penales para auparse al podio, ha protagonizado una temporada de ensueño, que no empañará en absoluto ni siquiera la derrota sufrida en un encuentro que dominó. Cuatro días antes de estrenarse en la Copa Mundial de Clubes de la FIFA, los Reyes Sol se adjudicaron la J.League. Este ha sido el primer año, además, que un conjunto recién ascendido se proclama campeón de la división de honor del fútbol japonés.

La victoria por 2-0 del club de Chiba sobre el Auckland City en el partido que inauguró la competición fue uno de los cinco encuentros que tuvo que disputar el Kashiwa en 15 días -dos de ellos se decidieron por penales-, pero el equipo no perdió en ningún momento el brío y la energía que cada vez más aficionados admiran.

El Auckland se despidió pronto, pero tiene el consuelo de haberse batido con una intensidad nada habitual en un equipo amateur. También ha proporcionado un nuevo récord de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA: el delantero Daniel Koprivcic actuó en su cuarta edición, de modo que aventaja a un grupo de ilustres veteranos con tres participaciones a sus espaldas, en el que figuran Xavi y Andrés Iniesta, entre otros.

Hasta el Monterrey y el Espérance, posiblemente los más decepcionados de los siete aspirantes de Japón 2011, tienen motivos para el optimismo. En el caso de los tunecinos, la esperanza de cara al futuro son Yannick N’Djeng y Youssef Msakni, dos atacantes con gran proyección, de 23 y 21 años respectivamente. El cuadro mexicano demostró contar asimismo con un gran potencial ofensivo, y si bien la quinta posición quedó muy por debajo de sus expectativas, regresó a su país con un balance meritorio, de un triunfo y un empate.

Los Rayados también pueden presumir de habernos dejado la mejor frase, en la persona de Ricardo Osorio. “El fútbol es un deporte de felicidad, y ojalá este Mundial sirva para dar felicidad a todos en Japón”, declaró el veterano lateral a FIFA.com en vísperas del torneo. “Sea cual sea el ganador, el objetivo es hacerlo lo mejor posible y llevar la sonrisa a la gente afectada por estos desastres”.

Las palabras de Osorio reflejaron el espíritu de solidaridad que impregnó un torneo celebrado cuando aún no se habían cumplido los nueve meses del terremoto y el tsunami que devastó las costas niponas el 11 de marzo. Japón volverá a ejercer de anfitrión de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA el año que viene. Si ofrece de nuevo la emoción, el espectáculo y la organización impecable que hemos visto en 2011, no cabe duda de que la felicidad estará garantizada.

FIFA.com